martes, 2 de septiembre de 2008


Querida amiga:

Te golpeé, te encerré en un lugar oscuro que olía a papel viejo y a latex, te rescaté con miedo a que pudieras herirme de nuevo, te alcé, observando tu borrosa e inocente sonrisa y tus pequeños y negros ojos brillantes. Sentí miedo y volví a arrojarte violentamente contra el suelo, te insulté por no haber cambiado, por no perder ese alma tuya. Pero me miraste indefensa e instintivamente te abracé, como si mi vida dependiera de ello. Te abracé, sí, te abracé mucho mientras empapaba todo tu cuerpo en lágrimas y, desesperada, grité: -Te quiero...Te quiero.


2 comentarios:

Felito d´lira dijo...

enternecedor, precioso.

besos.

Gárgola dijo...

Vuelvo en el tiempo...años y mas años...esa materia que no entiendo y creo nunca aprobaré, quizás antes llegue a aprender la ‘relatividad’ de la teoría.

Pero aquella vez no he podido abrazarla y ya no podré hacerlo, a no ser en algún que otro sueño. Que la distancia, el tiempo y el espacio sea una mera cuestión de contingencias. Si puedes, mira en mi blog un poema que se llama tiempo: la autora tenía tu edad cuándo lo escribió!
besos